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La leonera

Historias sobre quiénes son los dueños de los pabellones de un penal siempre circulan y forman parte de un mito que se hace realidad día a día para aquellos que viven rejas adentro.

Más allá de control que el Poronga del pabellón pueda hacer y del lucro obtenido por los negocios que allí se desarrollan, el cobro hotelería, etc., en el Penal de Villa Urquiza tanto Guardias como Internos se definen como los dueños de la cárcel.

En ese pasillo enrejado que conecta la 4ª reja con la 5ª es donde los rugidos y la braveza de los leones se hacen presente; por ello es conocido por internos y guardias como “La Leonera”.

Esa leonera fue una ineludible testigo de todo aquello que paso en esas unidades durante los motines.

Hoy un castigo normal y cotidiano para aquellos que se ausentaron de los controles diarios o aún les dura la borrachera del pajarito es salir a tomar aire a la leonera. Antiguamente, según relatos de los guardias más antiguos “cuando un internos se hacia el león rejas adentro del pabellón se lo sacaba a la leonera para ver si aún quedaban ganas de hacerse el miyi[1]”. Al ver esta foto continuaba relatando ”antes ya se iba a sentar así o llamar a la guardia, tenían que estar perfectamente parados mirando a la reja, en silencio y bancársela”[2].

[1] Miyi = gatito. Forma en la que ridiculizaban a los internos que dentro del pabellón era leones y en la leonera no llegaban a gato.

[2] En el pabellón podrán regirse algunos códigos tumberos pero en la leonera manda la guardia.


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