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Palito, ¡mi amigo!

“todas las tardes después de trabajar en la construcción volvía a la celda ponía agua a hervir en el fuelle, conoce el fuelle, para tomar unos mates. Porque antes yo trabajaba en la construcción solo que me hice viejo de más aquí adentro y ahora estoy en la encuadernación”.

“Ni bien ponía la yerba en el mate Palito ¡¡¡mi gran amigo!!! aparecía en la puerta de la celda y me pedía unos de ellos. En la calle no nos conocimos y eso que éramos del mismo barrio pero aquí nos hicimos como hermanos”.

“Cuando él o yo teníamos visita a veces compartíamos entre todos, poco después su familia dejo de venir y yo lo invitaba a mi rancho para que no quede solo pero Palito era preso de ley con códigos y me decía “no ese momento es para su familia, disfrútela” y así como comenzaba terminaba y se alejaba sacando las manos de los bolsillos a pasos firmes y cuando se acercaba la familia de otro preso miraba de cara contra la pared”.

“Ahora mi amigo -me decía para continuar- miran la visita, le roban a las visitas, interrumpen drogados en la ranchada de otro, ya no es lo mismo que antes”.

En un momento se le nublo la vista y me dijo “yo le mentí a mi amigo. Él ya había tenido varios llamados para salir en libertad pero no acepto nunca las transitorias ni la libertad. Él me decía que se había pasado la vida en cana y que no tenía a nadie en la calle y que viejo así como estaba no sabría qué hacer”.

“...lo cierto es que cuando le llego la libertad definitiva no quiso salir del penal entonces el director de aquel entonces dejo pasar unos días y me hizo llamar. Yo no sabía porque me llamaba creí que era por algún moco mío. Allí, él me dijo mañana cuando llegue la hora de trabajar dígale a su amigo que le ayude con la pintura de la fachada del portón de ingreso ya van a tener todo listo; es para que Palito se vaya en libertad así que Ud. no llegue a salir déjelo a él pasar primero. Bue, fuimos allá buscamos las cosas y cuando íbamos hacia el portón de ingreso se abrió la puerta y yo con lágrimas en los ojos lo vi salir y atrás de él se cerró el portón”.

“Amigo como gritaba ese cristiano para que lo dejen entrar, estaba aterrado de la libertad y yo a los gritos desde la playa de estacionamiento le pedía a gritos perdón”.

“Pero Palito era inteligente, se quedó horas ahí esperando y cuando llego una de las camionetas del penal se paró atrás y cuando se abrió el portón se metió de nuevo al penal. Obviamente la guardia lo vio y quedo en custodia y ya en el pabellón todos nos enteramos que Palito ya estaba adentro nuevamente”.

“El director pidió que lo tengan en custodia hasta que llegue al penal y fue ahí que encerrado en un pequeño calabozo coloco el colchón contra la puerta y se prendió fuego”.

“Esa fue la última vez que lo vi a Palito mi amigo”.

La mirada, llenas de lágrimas, se le pierde completamente en el infinito de su mente.


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